La hemorragia intraventricular (HIV) es una complicación crítica en el prematuro, que afecta principalmente a los bebés nacidos antes de las 30 semanas de gestación o con un peso inferior a 1500 gr. Aunque las mejoras en la atención peri- y neonatal han aumentado la tasa de supervivencia de los bebés prematuros, en especial la de los nacidos con una edad gestacional inferior a 25 semanas1, la HIV sigue siendo una importante causa de morbimortalidad. La incidencia de la HIV en estos bebés sigue siendo aproximadamente de entre el 25 y el 30 %2,3. Estos hallazgos ponen de relieve la dificultad de determinar las estrategias óptimas de atención médica de la HIV. En esa revisión se ofrece una descripción general de la fisiopatología, los factores de riesgo y la atención de la HIV, haciendo hincapié en los enfoques basados en los datos en toda la atención pre-, peri- y posnatal.
La HIV se origina fundamentalmente en la matriz germinal, una capa celular transitoria, muy activa metabólicamente y muy vascularizada, situada a lo largo de los ventrículos laterales. Esta capa es responsable de los precursores de las neuronas corticales y las células neurogliales de los hemisferios cerebrales, que, posteriormente, migran hacia la periferia siguiendo un esquema programado. La matriz germinal está activa sobre todo durante las etapas iniciales de la gestación e involuciona de manera progresiva, de manera que hacia las 32-34 semanas de gestación solo queda un pequeño componente residual en el surco caudotalámico4. La gran vascularización de la matriz germinal la hace particularmente vulnerable a las hemorragias, en particular en los prematuros, cuya vasculatura inmadura, que se caracteriza por capilares de paredes finas, es propensa a romperse con las agresiones. Los factores que contribuyen a esta vulnerabilidad son:
Factores de riesgo prenatales:
Factores de riesgo posnatales:
Ecografía: la ecografía craneal es el método de referencia para el diagnóstico de la HIV, ya que permite la detección temprana de la hemorragia y la monitorización de complicaciones como la dilatación ventricular poshemorrágica (DVPH).
Sistema de clasificación de Papile8:
RM para pronóstico: aunque la ecografía craneal sigue siendo el método de referencia para el control sistémico y la detección temprana de la HIV, tiene limitaciones, especialmente para detectar lesiones leves en el cerebelo, así como en las materias gris y blanca. La resonancia magnética (RM) se considera superior a la hora de visualizar lesiones en la materia blanca y proporcionar una evaluación más exhaustiva del daño encefálico. Sin embargo, la RM plantea varias dificultades para su uso generalizado en los bebés prematuros. Es difícil de realizar en etapas tempranas, ya que la inestabilidad clínica de la mayoría de neonatos dificulta su transporte, el tiempo de adquisición de las imágenes es muy lento, requiere anestesia y es un procedimiento caro. Además, puede que no modifique la atención médica en las etapas iniciales. A pesar de estas dificultades, en los estudios ha quedado demostrado que la RM es más eficaz si se realiza a una edad de 40 semanas desde la fecundación, sobre todo para evaluar lesiones en la materia blanca. En este estadio, la RM puede ofrecer valiosos conocimientos sobre las consecuencias en el neurodesarrollo a corto y largo plazo.
Abordaje prenatal:
Abordaje perinatal:
Abordaje posnatal:
Se ha estudiado ampliamente la optimización de la atención a los bebés prematuros durante las críticas 72 primeras horas de vida como estrategia para reducir la incidencia de la HIV. Sin embargo, los resultados de los estudios siguen siendo contradictorios, lo que pone en evidencia la necesidad de realizar más investigaciones para determinar los protocolos de atención óptimos. Las prácticas aceptadas de manera general son18,19,20,21.
La HIV puede causar complicaciones graves, como el infarto hemorrágico periventricular (IHPV), la dilatación ventricular poshemorrágica (DVPH), la leucomalacia periventricular y la hemorragia cerebelosa.
El IHPV suele ser unilateral, causa lesiones en las vías corticotalámicas y altera la migración de las neuronas y las células neurogliales. Esto afecta negativamente al desarrollo de la materia gris. El IHPV se asocia a importantes complicaciones a largo plazo: parálisis cerebral en el 60 % de los casos, deterioro cognitivo en el 50%, alteraciones del campo visual en el 25 % y epilepsia en el 20 %. El riesgo de mortalidad aumenta con la gravedad de la lesión22,23.
Con frecuencia, la DVPH aparece entre 1 y 3 semanas después de una HIV grave y afecta aproximadamente a un tercio de los bebés prematuros con muy bajo peso al nacer. Aproximadamente en la mitad de los casos aparece hidrocefalia progresiva; de ellos, casi el 15 % requiere cirugía. La detección temprana es fundamental, y la supervisión periódica de la circunferencia craneal resulta esencial. Un incremento de más de 1 mm al día justifica más estudios para diagnosticar y tratar la DVPH de manera eficaz22.
En la actualidad, no existe un tratamiento definitivo para la HIV. Este se centra en el tratamiento sintomático, incluida la estabilización hemodinámica, que garantice una oxigenación y ventilación satisfactorias, proporcione un soporte nutricional y de líquidos apropiado, controle las convulsiones y aborde las complicaciones a medida que vayan surgiendo.
El pronóstico de la HIV depende de la gravedad de la hemorragia, la presencia de lesión parenquimatosa y la aparición de convulsiones o la necesidad de colocación de una derivación8,24. Los bebés con HIV de grado I-II pueden presentar retraso del neurodesarrollo, pérdida de audición y parálisis cerebral. En la HIV de grado I, la parálisis cerebral ocurre en el 6,8 % de los casos, y en la HIV de grado II, en el 8,1 %25. La incidencia de la parálisis cerebral aumenta en presencia de dilatación ventricular o leucomalacia periventricular quística. En la HIV de grado III o IV, la parálisis cerebral ocurre en más del 50 % de los casos. El 75 % de estos niños requieren educación especial. La incidencia de trastornos graves del desarrollo neurológico en la HIV de grado IV superó el 55 %, que aumentó hasta el 86 % en presencia de IHPV y derivación22.
Según las directrices del Instituto Nacional de Excelencia Clínica (National Institute of Clinical Excellence, NICE) británico (NG72), es esencial un seguimiento integral del desarrollo neurológico, lo que incluye fisioterapia, terapia ocupacional y soporte educativo especializado, para optimizar los resultados de los bebés afectados.
Prevenir y tratar la HIV en los bebés prematuros requiere un enfoque integrador que abarque la atención pre-, peri- y posnatal. Las estrategias basadas en los datos disponibles, como los corticoesteroides prenatales, el pinzamiento tardío del cordón umbilical, la optimización de la ventilación asistida y los paquetes de medidas asistenciales neuroprotectoras han demostrado ser eficaces para reducir la incidencia y la gravedad de la HIV. La investigación constante en tratamientos innovadores y en sistemas de soporte a largo plazo es esencial para mejorar los resultados para esta población vulnerable.
Consultor neonatal, Bradford Royal Infirmary
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